Locura de basura

Me duele por dentro ver como en algunos lugares, mi especie hace tanto daño al entorno en el que vive. Kilómetros y kilómetros de basura y plástico se acumulan al costado  de la ruta. La tierra casi no puede respirar. Litros y litros de agua corren por ríos contaminados, que bajan de las montañas  ahogándose entre botellas y plásticos que tardarán mas de 500 años en ser degradados por el Sol y el clima… Si es que éste se los aguanta, claro. Restos de nuestros caprichos invadiendo el espacio de muchos seres vivos e inocentes. Dejando una terrible y destructiva huella en este planeta maltratado por la ignorancia.

Pregunto a algunas personas porque le hacen esto a la tierra, tratando de encontrar alguna explicación que me alivie esta rabia que siento. Trato de explicar que si no se da un cambio en sus ciegas costumbres llegará el  día en que esos ríos marrones, bajaran negros y vacíos de vida. Que la tierra que les da de comer, les dará de llorar. Encuentro silencios, risas nerviosas y miradas  que vacilan del orgullo a la desconfianza. Quiero irme de aquí.

La ignorancia contamina. La indiferencia más.

Aunque se que anda por ahí, pataleando por algún rincón, hoy me cuesta encontrar algo de esperanza. Y son ya demasiadas veces en este país. He encontrado gente amable y cercana. También fiordos, pájaros, estrellas, viento y altas montañas en las que sentirme prescindible, que eso siempre aligera. Pero en este momento en que escribo, quiero irme de Montenegro. Aquí, además, la mayoría de conductores no sienten ninguna simpatía ni respeto hacia los que viajamos en bici. No es sano pedalear en estas condiciones tan difíciles.

Y sí, hoy también me pica el ego y aunque nadie me invito a venir, estoy triste y enfadado. En esto que vivo también hay aprendizaje, pero ahora me dejo llevar por la queja y el lamento. Me reconozco bien en el rol de víctima. Y me entra una risilla floja y liberadora al descubrirme, una vez más, en pleno proceso. «¡Te pillé!», me acaricio el brazo y el hombro, dándome pequeños masajes.

Así tiene que ser… Y no es para tanto. Que coño, claro que lo es. La ignorancia es una de las armas mas destructivas que existen hoy. Hace mucho daño, tanto fuera como dentro de las personas. Pero quiero creer en el cambio. Quiero creer que los niños de hoy, explicarán mañana llenos de compasión hacia sus padres, ya ancianos, como le curaron el dolor a la tierra a base de mimos y conciencia.

2 pensamientos en “Locura de basura

  1. ¡Cuánto entiendo toda esta mezcla de sentimientos! Tristeza, rabia, indignación. Vi el vídeo de Álvaro que muestra cómo aquella profesora le dice que no pasa nada si los niños tiran basura por el suelo. Siempre habrá algún “cleaner” que pase para recogerlo. El problema es que en las cunetas de las carreteras, en los barrancos y las praderas, no hay cleaner que se asome a recoger nada. Dite que, aquí, en España, una generación atrás, estas cosas se hacían. En los bosques, te encontrabas cualquier mierda, hasta lavadoras abandonadas allí. Un vertedero a cielo abierto, eso era la naturaleza. Poco a poco va ganando terreno la idea de reciclar, reaprovechar, limpiar. Eso toma tiempo.
    Cuando a mi me puede el desánimo, suelo consolarme pensando que pachamama siempre tiene y tendrá la última palabra. No somos nada más que sus humildes invitados en este viaje.
    Ánimo! Que muchas ganas tengo de leer tus aventuras!
    Carol

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  2. Muy de acuerdo contigo, Carol. El humano propone y la Naturaleza dispone… Pura cuestión de conciencia y respeto al planeta. La ignorancia es como un pañuelo en los ojos que impide ver las consecuencias de nuestros actos. Confío en que esto también cambiará.
    ¡Muchas gracias por tu apoyo!

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